jueves, 2 de junio de 2016

La era de la tecnología
Solemos escuchar decir que “una imagen vale más que mil palabras”, pero basándome en mi gusto por la lectura y por qué no, por el propio lenguaje de las palabras escritas, no habrá nunca una imagen que pueda expresarme más que un conjunto de palabras dispuestas a hacer sentir.
Antes de leer este libro ya tenía mi 
propia crítica hacia la gran invasión llevada a cabo por las nuevas tecnologías en nuestra vida diaria; pero con el aporte del libro ahora veo las cosas aun más claras. Es una verdadera lástima que estemos tan controlados por estos nuevos inventos. Tan inmersos en lo que llega a nosotros a través de una pantalla más que en lo que nos está diciendo nuestro amigo sentado frente a nosotros mientras tomamos una coca-cola en algún bar.
Los niños ya no saben jugar a juegos en la 
plaza. No saben las miles de formas y juegos que existen para no aburrirse sin tener que llevar en las manos un móvil, una consola o un ordenador.
Considero que tuve la suerte de nacer en un
tiempo en el que estas tecnologías aún no estaban muy arraigadas a la vida diaria. Ya apuntaban maneras pero aún no se había llevado al extremo de hoy día. En el colegio aun te mandaba la profesora a por tizas para escribir en la pizarra, en lugar de pedirme que avisara al técnico para que viniera a encender el ordenador o la pizarra digital porque nadie tenía idea de cómo funcionaba ese “aparatejo”. Pero hoy si. Hoy no hay un solo día en que puedas pasar sin entrar a buscar algo en Internet. Y ya no solo por decisión propia y voluntaria, sino por obligación. La vida se ha apegado tanto a la cibernavegación, los móviles y los ordenadores que hasta el dinero de tu cuenta bancaria mueves sin salir de casa y sin apartarte de la pantalla. Sin tener que relacionarte con tu vecino al salir de casa para ir al banco. Sin tener que hablar con la gente que este delante de ti mientras esperas tu turno. Sin relacionarte con nadie. Solo una exagerada y dependiente relación con unas cuantas teclas y un cristal luminoso.
Si además a todo esto incluimos lo que nos explica Giovani Sartori en su libro “Homo videns”, sobre que la televisión y todas esas nuevas tecnologías acaban con nuestra capacidad de abstracción y razonamiento, ¿es entonces de verdad tan beneficioso como se proclama? Es cierto que gracias a Internet y a la televisión puedes tener una visión del mundo que tal vez sin ellos no tendrías. No todo el mundo puede irse por ejemplo a vivir a América del sur y experimentar la situación que allí se vive. Pero por otro lado no es una visión realista la que recibes porque como bien se dice en el libro, la televisión te muestra aquello que puede y aquello que quiere, todo está medido y limitado; y a la vez Internet te aporta una experiencia secundaria vivida por otros y de la que realmente no puedes aprender por no haberla experimentado tú mismo. Entonces realmente, el beneficio de esta era tecnológica es más si te mantienes ignorante y no aplicas el razonamiento que este libro te aporta.
Que todo esto que comento se vea desembocado 
en errores que se llevan a cabo en el sistema democrático debido a esa falta de raciocinio no me asombra pero sí que me impacta. Me impacta en el sentido de que soy realista y sé que el problema está ahí, pero cuando de verdad te lo ponen delante de los ojos deseas que ojalá no fuera, que solo fuera imaginación tuya. Imaginación que por desgracia no queda solo en eso, sino que es la clara realidad a día de hoy.
Otro punto que me parece muy acertado que se 
comente en el libro es que las cadenas no son competitivas para aportar beneficios a la población, sino que se limitan a copiar las ideas unas de otras e intentar remontar en alguna cualidad. No buscan la originalidad, la diferencia. En cuanto a esto estamos cansados de ver como cadenas de televisión de empresas privadas compiten por tener más audiencia en su programación. Pero no en distinta programación, sino en copias casi idénticas de programas o series que nos hacen tener que escoger entre blanco o blanco. No hay variedad. Aunque claro si hacemos uso del “falso razonamiento” que la televisión quiere que tengamos si deberíamos ver esa variedad pues entre dos programas de cocina en diferentes cadenas, los cocineros son diferentes y los platos que cocinan también. Eso es distinción, o esa es la falsa distinción que la televisión nos aporta.
Por último, haría referencia ya que en un 
futuro yo me veo implicada en ello, el tema que se trata sobre las entrevistas casuales llevadas a cabo a pie de calle a los viandantes. También aquí coincido con el autor del libro. Veo totalmente claro que la televisión hace uso de esas entrevistas para tapar y que no nos demos cuenta de que realmente no es la opinión del pueblo la que nos muestra. Esas preguntas que se hacen han sido “precocinadas” y preparadas para obtener las respuestas con la información que la televisión quiere enseñarnos. Después de todo, la televisión es un gran negocio y, ¿quién va a querer morder la mano que le da de comer? La televisión no puede hundirse a sí misma, ni va a cambiar la falsedad de la imagen, pero nosotros sí que podemos hacer que su influencia se reduzca. Suelo considerarme una apasionada de la lectura. Y como mencionaba al principio de mi crítica, jamás vi una película que me mostrara mejor que aquello que me había hecho sentir un libro. El trabajo de la cultura escrita, la lectura, los libros, ya me han ganado a mí, ahora se trata de hacer que también se gane a otros. Pero sin mentiras, solo con la verdad. A diferencia de esa “verdad” que las imágenes y la televisión nos muestra.

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