ESCENA 1.
Había
llegado allí sola, ni siquiera conocía locales de ambiente, aunque sí sabía de
la zona. No había pensado mucho en el peligro que conllevaba una chica
solitaria en la noche en zonas de bares de copas. No había pensado nada, solo
que necesitaba salir de ese lío en su cabeza que la llevaba atormentando
demasiado tiempo y que se había acrecentado por alguna razón desconocida, ese
fin de semana.
La música atronadora del lugar casi desplazaba los
pensamientos de su mente. Se concentró en intentar traducir la letra que sonaba
en inglés y fijarse en los detalles a su alrededor. A menudo le gustaba hacer
eso cuando iba a sitios nuevos en los que no había estado antes. Las botellas
se apilaban en la estantería tras la barra. La camarera atendía a todas las
mujeres que la llamaban, sin apenas mirar a quien se dirigía, supuso que no
tendría tiempo de fijarse en los ojos de nadie, dada la situación y que el
local estaba en su hora punta. Sus dedos rodeaban el vaso con Coca-Cola que
tenía delante y comenzó a darle vueltas. Todo el mundo se alarmaba con su
costumbre de dar vueltas a las cosas entre las manos, a ella la relajaba
hacerlos girar. Qué tontería.
Las yemas de sus dedos estaban mojadas por el frío del vaso
al entrar en contacto con el calor de las manos.
Decidió que la canción le gustaba y sacó su móvil del
bolsillo para añadirla a su lista de canciones de Spotify.
- ¿Estás esperando a alguien? -oyó casi gritar a una chica a
su lado, la música estaba muy alta.
Ella levantó la cabeza demasiado rápida sorprendida porque
alguien le hablara. Había acudido allí completamente sola y nadie conocido
sabía que estaba allí. Mucho menos era sitio para encontrar a nadie de su
entorno más cercano.
Una chica esperaba su respuesta mirándola con una medio
sonrisa. Tenía el pelo corto y de un rubio oxigenado. No iba peinada, tenía
pinta de ser alguien que tenía por costumbre pasar la mano por su pelo para
recolocarlo. Que se produjera en ese instante el momento que ella estaba
pensando la hizo sonreír.
-Realmente no. -respondió a la chica desconocida.
- ¿Eso ha sonado a plantón? -la chica dejó de mirarla para
indicarle a la camarera que le pusiera una copa.
Ella pensó que si tan mala cara tendría como para que alguien
desconocido pensara que la habían plantado en aquel local atestado de chicas. Aunque
también imaginó que no sería muy común que ninguna tía saliera sola de fiesta
un sábado.
- ¿Tengo cara de que me hayan plantado? -decidió comprobar
qué opinaba la chica desconocida.
La chica soltó una carcajada mirándola.
-Solo te he seguido con la mirada algunos minutos, desde
aquel reservado. -señaló el lugar en el que había varias chicas bebiendo y
bailando entre ellas. Parecían buenas amigas, por la complicidad que mostraban
entre ellas. Serían sus amigas. – Y he visto que no te acompañaba nadie. No es
lo más común, ver a ninguna tía sola aquí tomando algo.
Ella la miraba pensando en cómo era posible que esa chica se
hubiera fijado varios minutos en ella entre tantas mujeres que había allí
dentro. Tampoco tenía nada llamativo ni exuberante así a simple vista.
Entonces alguien tocó el hombro de la chica desconocida y
ella se volvió para hablar con otra chica de pelo largo que le pareció haber
visto antes en el reservado que le indicó. Aprovechó para analizar un poco a la
chica que se había acercado a ella de esa manera tan aleatoria. Llevaba unos
pitillos negros ajustados y por la parte de detrás colgaban unas cadenas al más
puro estilo macarra. Esa última idea la hizo sonreír un poco. Vestía también
una camisa de flores hawaianas de colores grises, negros y blancos. Se podría
decir que era justo el estilo de vestir que más llamaba su atención a la hora
de fijarse en alguna chica.
La chica desconocida volvió a atenderla.
-Voy a salir fuera un rato a fumar, ¿quieres venir?
Ella asintió sin pensarlo demasiado. Aunque fuera hiciera
frío, aunque odiara el olor del tabaco.
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