miércoles, 10 de octubre de 2018

A MI PROFESOR FAVORITO
Que me obliguen a leer opinión, me molesta. Me pone de mala leche, sí. Porque lo mismo eres tan pésimo hablando y dando una idea, que escribes artículos y no te lee ni tu familia por compromiso. Pero a mí, como alumna, me obligas a leerme tus textos en una práctica obligatoria camuflados. Eso me parece ruín, y desesperado. 
Seguiré pensando toda la vida, ahora que he llegado a la etapa más alta de mis estudios, que hay personas que no tienen ni idea de enseñar, algunas incluso no tienen ni idea de comunicarse. Y esos mismos que no son ni capaces de proyectar la voz en una clase para llegar a todos los alumnos, son los que a mí me enseñan comunicación. Los que me enseñan como dedicarme a informar el día de mañana. ¿De verdad? Que no por decir el primer día que das ocho horas seguidas de clase, te sirve la excusa de que no tienes voz, que por eso hablas así de bajito. Usa más bien la excusa de que sentado desde tu mesa, te haces grande, te sientes sobre nosotros y no con nosotros. Por eso no te escucha la clase, por eso no se te entiende absolutamente nada, porque creas barreras tú solito. Necesitas esa superioridad para creerte que vales para el cargo. Y ya te digo yo desde aquí, porque de forma más directa no me dejan (no aprobaría la carrera en la vida si fuera clara con cada profesor pésimo que me he cruzado), que no sirves para ser profesor. Ni de universidad, ni de ningún otro nivel. Tú me enseñas a mí porque has aprendido lo que sabes antes que yo, pero jamás digas un primer día de clase en un ejemplo absurdo: "Como por ejemplo estaríamos hablando de que yo estoy por encima de vosotros al tener el puesto superior siendo el profesor", porque hasta hoy tenemos miedo de levantar la mano y contestar lo que pensamos al oír eso, pero llegará el día en que el miedo se vaya. Que me suspenda si quiere, que a mí no va a menospreciarme nadie. Ahora mismo eso no puede ocurrir, pero algún día se dará, espero...

jueves, 7 de junio de 2018


Al lado de la puerta.
Ser tu misma a veces es muy difícil. A veces la vida nos limita demasiado. Personas, situaciones, hechos, experiencias… Vivimos delimitados por tantos factores cada día que perdemos la esencia. Bueno no, no la perdemos. La dejamos escondida, con miedo a que alguien pueda asustarse de ella. Con miedo a que te tilden de pesada, de borde, de empalagosa, de seca o de sentimental. Y cuando a veces esa base tuya que tienes se escapa sin darte cuenta con alguien y ves que no es recíproco o que la respuesta no te hace sentir muy adecuada en ese momento, te retraes. La vuelves a esconder en el rincón de tu mesita de noche. Ahí donde lleva guardada desde casi siempre, porque es solo de noche, cuando te imaginas como serían las cosas de ser como las deseas y las dejas salir un rato, pero en la soledad de tu cuarto. Nunca de cara al público, no vaya a ser… No vaya a ser que por ser yo me acusen de ser como soy. Valga la redundancia. No vaya a ser que me digan un adjetivo que no me guste y que yo misma haya catalogado como negativo, porque igual la persona que lo dice lo hace en ese tono. Y no, no debería. Soy así, si, ¿y qué? La puerta la tienes al lado. ¿No es eso lo que tantas y tantas personas me han repetido a mí siempre? Todo el mundo está rápido para definirse y ponerte cerca de la puerta si algo le rebates o no estás de acuerdo. ¿Por qué no tengo las agallas para hacerlo yo? Hay una mezcla en mí que se debate entre querer serlo y entre obligarme a no caer en ese error de echar a nadie de mi lado por no ver, sentir o pensar como yo. Y también piensas, ¿de qué te sirve una persona al lado que todo lo haga igual que tú? De nada, te respondes solita. Y tampoco nunca la he tenido, asumo. Siempre variando por sentimientos de más o de menos. Siempre porque me falta sentir a mí o porque no sientes tú. Siempre en disonancia y nunca en terreno fácil. Pues que continúe el duelo.

martes, 29 de mayo de 2018

Si, tú y yo.
Auriculares. Mirada al techo de la habitación. Le doy al play y ahí estás. Momentos contigo, miradas, caricias de respiración acelerada, una sonrisa que dice de más y ojos cerrados señal de que sientes, de que siento. Los cierro y ella suena de fondo.."reconocí su maestría en el amor".. Ella que nos da esa conexión tan especial. Nos describe en cada canción, cada frase en que te busco y me buscas. "Sus formas me hicieron ganar la confianza.." esas mismas formas que pueden conmigo y que a la vez me tienen loca. Loca de ti. Y me saca de quicio no poder entenderte a veces, me puede la frustración por variar mis formas a veces pero lo voy a intentar, no gano nada con ignorar lo evidente, que gano más contigo. Que te quiero ahí, enfadada o cariñosa, romántica o apática. Pero quédate ahí que voy a ir a por ti. Que te voy a traer de vuelta.

miércoles, 16 de mayo de 2018

SUERTE: Saber Utilizar Efectivamente los Recursos para Tener Éxito.
Me valoro poco. Muy poco, en ocasiones. Y voy de segura y de yo puedo con todo sola cuando así no es. Ni sola puedo ni mi seguridad y confianza en mí misma están por las nubes.
Hasta tres oportunidades se me han presentado en estos meses para poder dar un pasito más allá. Dar a conocer lo que cuento, lo que escribo, lo que sé expresar con solo un papel en blanco y un boli bic. Y de esas tres no he aprovechado ninguna. ¿La culpa? Mi hipócrita "yo" dirá que es la falta de tiempo, la inspiración que no llega o que tengo cosas más importantes a las que dedicarme ahora mismo. Mi verdadero "yo" sabe de sobra que es cobardía. Que no tengo los ovarios suficientes para emprender nada por mí misma, para coger impulso y saltar. Que si hay que saltar por cualquiera o por una causa ajena a mí, ahí estoy yo la primera cayendo al vacío si hace falta, pero si es por mí...entonces ya hablamos de otra cosa. 
Se repite en mi cabeza eso de "quiérete mucho", "mira primero por ti", "aprovecha todas las oportunidades que te llegan que luego igual ya no se repiten y además te jode ver como otros están consiguiendo eso misma de lo que tú también eres capaz". Y todo eso en bucle, sí. Pero ahí sigo, esperando. No sé a qué.
Tampoco me falta gente que me lo repite a menudo, pero soy así de cabezota. De cobarde. De vaga. Y tanto, que he venido aquí a gritarme todo esto en vez de ponerme a mover hilos.

domingo, 18 de marzo de 2018


Puedes decirlo en voz alta: "estás triste".
Se nos está permitido estar tristes. Vetamos de nuestra vida ese sentimiento como si estuviera mal, como si fuera algo que no quisiéramos mirar de frente bajo ningún concepto. Y no pasa absolutamente nada por estar tristes de vez en cuando. Creo que le tenemos miedo en la misma medida que al amor y exactamente igual que con cualquier sentimiento, es algo puro, único e intenso. Tres cualidades que las personas no sabemos llevar lo que se diga bien. Se nos hace una escalada de gran altura reunir emociones de este calibre y no morir en el intento, ya sea de impaciencia, de vacío o de dolor. No pasa nada por estar tristes. Que la tristeza haya llegado a ti hoy por recordar aquello que viviste, por añorar eso que no tienes, por sentir de más o de menos, por no arriesgar y perder… Se te permite estar triste y llorar, puedes estar triste y gritar, salir y empaparte en la lluvia mientras esperas sentir algo que supere ese mal estar que te produce la tristeza. Se te permite caer y levantarte. Despertar a la mañana siguiente con ojeras, ojos rojos y un café a solas mientras escuchas la lluvia que no ha dejado de caer en toda la noche. No salgas de la cama si no quieres, si no puedes hoy. No pasa nada por aislarte y no querer ver a nadie en dos días, en seis. Pues estar triste pero aprende también a delimitarlo. La tristeza al igual que la alegría son momentos. Son vivencias. Es tiempo limitado que te invade y luego de la misma forma fugaz con la que llegan, se van. Sé feliz y déjate estar triste, pero aprende también a vivir sin eso. Que no dependas de nada. Que todo venga y se vaya y que tu vida no sea la monotonía de estar triste ni quieras estar siempre tan feliz que olvides que puedes sentirte triste y que es totalmente normal y correcto. Hasta de los días tristes se sacan reflexiones, ideas o como en mi caso, inspiración. El primer paso para avanzar a nivel personal es aprender a sentir cada una de las emociones posibles que nos envuelven cada día. Y yo, yo ya he empezado.

martes, 16 de enero de 2018

Y buscándome, hoy me encontré con Maldita Nerea
Recuerdo, como si hubiera pasado ayer, la primera vez que llegó a mí una letra de las canciones de Maldita Nerea. Ese grupo español que compone y canta sus propias canciones y que dice mucho más en una letra de lo que te puedas imaginar. De cada palabra, de cada verso, de cada estribillo, varios significados que puedes aplicar a muchísimas personas y a otros muchos más momentos que todos vivimos. 
Aquel día yo entré en el salón de actos de mi instituto impulsada por mis amigas que andaban como locas con el chico que iba a actuar en breves. El típico chaval interesante de bachillerato que nos sacaba unos años, vestía con más estilo y que a veces se paseaba por los pasillos acompañado de una guitarra colgada al hombro. Tenía las cartas justas para que mi grupo de amigas, de entonces 14 y 15 años, suspirara nada más verlo pasar. Imagina entonces que nos llegó la información de que actuaría en esa semana cultural que todos los años tiene lugar durante los días próximos al día de Andalucía, la euforia en estado puro. El chico no es que fuera para mí algo excepcional pero tampoco estaba de más ir a ver qué tal se le daba eso de tocar la guitarra y cantar. Así que allí estaba yo, cual fan loca más acompañando a mis amigas. Él sonreía ante los grititos que le llegaban desde la primera fila. Sí, todas en primera fila. ¡Faltaría más!
Entonces sonaron los primeros acordes y de pronto esa letra. "Cosas que suenan a triste". Lo imposible del amor y lo difícil de querer sin que te quieran. 14 años. El instituto. Y yo que me identificaba muy mucho. Sorpresa. "Tu mirada me hace grande". Mirada cómplice con mi mejor amiga y una conexión directa que surgió desde entonces con las letras y música de este grupo. Todo el mundo las cantaba, animaba al artista y yo que no había escuchado jamás ni una de esas canciones. ¿Y dónde había estado metida yo hasta entonces? ¿En una cueva?
Siempre he dicho y diré que al igual que los olores, a mí las canciones me transportan directamente a recuerdos de momentos pasados. Sentimientos vividos. Este es uno de esos recuerdos que aunque ya ningún simil tenga con la realidad, viene a mi mente como un buen recuerdo. O como diría Maldita Nerea, "y si alguna vez te pierdes, solo mira dentro". No te pierdas de ti, de tu esencia, mira dentro y encuéntrate, aunque sea en recuerdos.