Me da coraje. No entiendo el hecho de que haya que callarse las opiniones, los sentimientos o las ideas que tengamos sobre las personas o sobre las actitudes de las personas. Me ha pasado en innumerables veces el hecho de que he sido sincera con lo que pensaba y sentía y la otra persona se lo ha tomado tremendamente mal. Tanto que ha vuelto la situación de tal manera que yo he quedado como la mala malísima de la historia. Es cierto que cuando te hacen una crítica o te dan una opinión que no muestra algo positivo de ti, a todos nos hace enfurruñarnos y tender a enfadarnos con esa persona por haberse atrevido a decirnos eso. Pero no le estamos teniendo en cuenta a esa persona lo sincera que está siendo. Cuando realmente decimos algo de una persona que no es digno de alabar (siempre que sea a la cara) y teniendo en cuenta que si lo decimos es para que se corrija porque es algo que obviamente nos molesta, todo lo que recibimos es un enfado y una serie de ataques injustificados en autodefensa. Por no hablar del típico "bueno pues nada dejamos de hablar y listo".
¡No! Es que no se trata de que no podamos hablar ni llevarnos bien. Se trata de que cada personalidad es diferente y que ni todo lo mío ni todo lo tuyo nos puede parecer bien. Por eso se hablan las cosas, por eso me arriesgo a decirte que algo que haces no me esta gustando. Como si a mi me agradara ir por ahí haciendo de maestra con la gente. ¡Y una mierda! A mi eso me da un palo que ni te imaginas. Pero a veces hay que hacerlo. A veces tienes que ser clara y directa. Sincera y atrevida. Aunque ahora todo el mundo me tome de borde. Aunque todos piensen que busco la perfección en quien me rodea.
La vida es compleja, colegui. Y desde luego no voy a soportar tener a mi lado y aguantar una actitud o acción que no me guste. Venga de quien venga.
He dicho.
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