martes, 26 de abril de 2022

 

LA SOMBRA
Supongo que la sensación de no ser suficiente para alguien ha vivido conmigo más tiempo del que me gustaría. También he podido sentir el sentimiento contrario. Aquel que te burbujea dentro del pecho cuando sientes que para alguien eres prioridad, casa, que das sentido a sus minutos y horas, que te piensa y cuenta contigo por delante de cualquier tormenta o día soleado. Pero los sentimientos positivos jamás serán capaces de hacer que los negativos desaparezcan. Podrán taparlos, pero nunca dejarán de estar ahí.


Visualizo la vida como si fuera un enorme circuito circular con obstáculos en el que estás compitiendo, donde ni siquiera conoces a tus contrincantes. Permanezco situada sobre la salida y la meta al mismo tiempo. Sé que habrá obstáculos, pero no puedo intuir dónde, en qué cantidad o a qué distancia unos de otros como para dejarme destensar los músculos por un momento durante el recorrido. Visualizo a personas que han pasado por mi vida como si botellas de agua se tratasen, cuando la carrera la estás haciendo a cuarenta grados y pleno sol.


Encuentro a la primera persona, me tiende una botella de agua, sonríe y me anima a seguir. Cojo fuerza, continúo. En mi mente agradezco haber tenido el apoyo previo y me prometo ser generosa en la misma medida cuando esa persona corra su propia carrera. Y cumplo mi promesa. 

Entonces siento que vuelvo a necesitar beber, pero no veo a nadie. Esa persona olvidó que la carrera era larga y que probablemente la necesitaría más adelante, no está. Busco y no encuentro a nadie, continúo corriendo. Deseo no haber mirado bien antes, tal vez no haya llegado a tiempo y me encuentre a alguien ahora. Vuelvo a buscar, pero ya me han olvidado.

A lo lejos diviso a alguien que tiende una botella de agua hacia mí, no sé quién es, mis esperanzas vuelven a avivarse y agradezco con la misma promesa que cumplí trayecto atrás. La cumplo, por supuesto, siempre cumplo. La carrera continúa, variando en obstáculos, aunque con algo que permanece inalterable. En el recorrido se repite como un BIS de cualquier canción, las mismas escenas de las botellas de agua. Tanto que dejo de mirar al frente y me centro en mis pies que no paran. Entonces lo veo, junto a ellos hay una sombra que augura que alguien olvidará eternamente tenderme una botella de agua de nuevo, cuando más lo necesite y aunque yo mis promesas las haya cumplido todas.

jueves, 18 de marzo de 2021

ONDAS DE ENERGÍA Y FELICIDAD.
A diferencia de la mayoría de veces, hoy me motiva a escribir aquí la buena energía y la felicidad. Es atópico que diga esto, pues mis escritos tienen más quejas, negatividad y drama que sentimientos positivos y constructivos. Por ahí dicen que lo malo y negativo lo guardamos y nos recreamos en ello, mientras que lo bonito y feliz lo exprimimos tanto en el momento que lo sentimos que se nos escurre entre los dedos pronto. No desperdiciamos ni una pizca para contar a otros, simplemente lo vivimos. En realidad, no lo dicen por ahí, lo digo yo aquí y ahora, que es lo que pienso. Y no me parece esto mal del todo, pero es cierto que siempre es triste en general lo que me hace escribir, así que hoy hay un giro de tuerca, que no está mal el cambio de vez en cuando.
Aunque la pereza me inunda en un día como hoy, cosa que no es rara en mí, - los que me conozcan sabrán que me gusta más dormir que a un perezoso, - siento la buena energía rodeándome. Cuando he abierto los ojos esta mañana he pensado que llovía, que sería un día gris, aunque no seré yo la que se queje de los días de lluvia, porque adoro el olor a tierra mojada. Pero muy para mi sorpresa, hacía un sol radiante cuando he abierto la persiana. He necesitado media hora para despertarme del todo y un capuchino de caramelo bien caliente, para llegar a este momento. Momento en el que he sentido que tenía que plasmar mis sentimientos positivos, aunque sea para recordarlos en otro momento en que mis sentimientos bonitos no reluzcan tanto. Ni siquiera estoy siguiendo una línea al escribir. No he vuelto ni una sola vez a leer el texto escrito antes de seguir, porque hoy me da igual. Hoy todo es en bruto, en original, un total del momento sin recortes.
Miro a mi alrededor y me gusta la energía que percibo porque la lista de reproducción que he escogido va acorde a como me siento. Novedosa, con ritmo y bailonga, como yo suelo decir, aunque el término me lo haya inventado. Hace un día bonito y aunque posiblemente no vaya a salir de casa en todo el día, la energía que entra por la ventana me hace sentir bien.
Hablaba también de felicidad al comienzo de esta bocanada de emociones. La felicidad la sentí anoche cuando una amiga de la adolescencia me recordó un momento especial que al parecer tuve con ella y que ni siquiera ya recordaba. Años se habían interpuesto entre nosotras, cada una con su vida y sin contactar con la otra. Sin embargo, saber que ella me recordaba con ese momento especial, me hizo feliz. Es difícil encontrar la felicidad en pequeñas cosas cada día, por eso, que alguien aparezca de pronto para aportarte un brote de felicidad, es lo que más agradezco del mundo. Ese elefante amuleto se lo di porque a mí ya me había dado suerte y quería que se la diera también a ella, pero anoche volvió a darme suerte a mí después de tantos años, al hacerme recordar sentimientos bonitos que viví hace tiempo. Pensaba el otro día que el ser humano mayormente vive de recuerdos más que de presente. A mí me hace feliz recordar. Siempre trato de retener en el presente las situaciones que me hacen sentir bien, porque sé que en tiempo futuro me ayudará a recordar y la felicidad la sentiré en ese momento. Es curioso que algunos momentos se vuelvan más especiales en un recuerdo posterior que al vivirlos en el propio presente.
Me he propuesto escribir más bonito. Dejar guardadas las palabras que reflejen momentos, recuerdos, o vivencias que me han hecho feliz. Escribir para desahogarse está bien, pero también te ahoga leerlo al tiempo un poco. La infelicidad no nos cuesta plasmarla, pero, ¿quién es el o la valiente que habla de ser feliz y de energía, sintiéndolo de verdad? Hoy esa he sido yo, la chica valiente que habla de que ha sido feliz y me siento orgullosa. Pasitos adelante y para atrás ni para coger impulso.

viernes, 5 de febrero de 2021

ESCENA 1.

Había llegado allí sola, ni siquiera conocía locales de ambiente, aunque sí sabía de la zona. No había pensado mucho en el peligro que conllevaba una chica solitaria en la noche en zonas de bares de copas. No había pensado nada, solo que necesitaba salir de ese lío en su cabeza que la llevaba atormentando demasiado tiempo y que se había acrecentado por alguna razón desconocida, ese fin de semana.
La música atronadora del lugar casi desplazaba los pensamientos de su mente. Se concentró en intentar traducir la letra que sonaba en inglés y fijarse en los detalles a su alrededor. A menudo le gustaba hacer eso cuando iba a sitios nuevos en los que no había estado antes. Las botellas se apilaban en la estantería tras la barra. La camarera atendía a todas las mujeres que la llamaban, sin apenas mirar a quien se dirigía, supuso que no tendría tiempo de fijarse en los ojos de nadie, dada la situación y que el local estaba en su hora punta. Sus dedos rodeaban el vaso con Coca-Cola que tenía delante y comenzó a darle vueltas. Todo el mundo se alarmaba con su costumbre de dar vueltas a las cosas entre las manos, a ella la relajaba hacerlos girar. Qué tontería.
Las yemas de sus dedos estaban mojadas por el frío del vaso al entrar en contacto con el calor de las manos.
Decidió que la canción le gustaba y sacó su móvil del bolsillo para añadirla a su lista de canciones de Spotify.
- ¿Estás esperando a alguien? -oyó casi gritar a una chica a su lado, la música estaba muy alta.
Ella levantó la cabeza demasiado rápida sorprendida porque alguien le hablara. Había acudido allí completamente sola y nadie conocido sabía que estaba allí. Mucho menos era sitio para encontrar a nadie de su entorno más cercano.
Una chica esperaba su respuesta mirándola con una medio sonrisa. Tenía el pelo corto y de un rubio oxigenado. No iba peinada, tenía pinta de ser alguien que tenía por costumbre pasar la mano por su pelo para recolocarlo. Que se produjera en ese instante el momento que ella estaba pensando la hizo sonreír.
-Realmente no. -respondió a la chica desconocida.
- ¿Eso ha sonado a plantón? -la chica dejó de mirarla para indicarle a la camarera que le pusiera una copa.
Ella pensó que si tan mala cara tendría como para que alguien desconocido pensara que la habían plantado en aquel local atestado de chicas. Aunque también imaginó que no sería muy común que ninguna tía saliera sola de fiesta un sábado.
- ¿Tengo cara de que me hayan plantado? -decidió comprobar qué opinaba la chica desconocida.
La chica soltó una carcajada mirándola.
-Solo te he seguido con la mirada algunos minutos, desde aquel reservado. -señaló el lugar en el que había varias chicas bebiendo y bailando entre ellas. Parecían buenas amigas, por la complicidad que mostraban entre ellas. Serían sus amigas. – Y he visto que no te acompañaba nadie. No es lo más común, ver a ninguna tía sola aquí tomando algo.
Ella la miraba pensando en cómo era posible que esa chica se hubiera fijado varios minutos en ella entre tantas mujeres que había allí dentro. Tampoco tenía nada llamativo ni exuberante así a simple vista.
Entonces alguien tocó el hombro de la chica desconocida y ella se volvió para hablar con otra chica de pelo largo que le pareció haber visto antes en el reservado que le indicó. Aprovechó para analizar un poco a la chica que se había acercado a ella de esa manera tan aleatoria. Llevaba unos pitillos negros ajustados y por la parte de detrás colgaban unas cadenas al más puro estilo macarra. Esa última idea la hizo sonreír un poco. Vestía también una camisa de flores hawaianas de colores grises, negros y blancos. Se podría decir que era justo el estilo de vestir que más llamaba su atención a la hora de fijarse en alguna chica.
La chica desconocida volvió a atenderla.
-Voy a salir fuera un rato a fumar, ¿quieres venir?
Ella asintió sin pensarlo demasiado. Aunque fuera hiciera frío, aunque odiara el olor del tabaco.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Otoño.

Las gotas de lluvia se pegaban al cristal y se fusionaban entre ellas para deslizarse luego hasta el borde del ventanal. Fuera, el asfalto ya había tomado un color más oscuro por la humedad y las hojas de los árboles caían forzadas por el viento. Otoño, su estación favorita.

Ella abrió un poquito el cristal, dejando entrar el olor a tierra mojada que tanto la ayudaba a inspirarse siempre. Era como una ducha de agua hirviendo después de un día agotador. Como llegar al clímax que te ayuda a dormir en apenas unos minutos tras él.
El olor a tierra mojada siempre había sido inspiración, como una taza de capuchino caliente y su olor a caramelo. Sus pies helados bajo la manta indicaban la llegada del frío, su sensación favorita.

De pronto sus dedos se deslizaron por el teclado casi al mismo ritmo que la música que salía de sus auriculares. Miles de ideas colapsaban su mente a diario, pero hacía meses, tal vez más de un año, que una barrera entre ella y el papel en blanco se había interpuesto. Las ideas la perseguían en sueños, en las largas horas tratando de encontrar el sueño en la oscuridad de su habitación. Las ideas peleaban por salir como lo hacían antes, pero ya no podían. Muchas de ellas se habían perdido dentro de ella, esperando a su día para poder ver el negro de la tinta que las llevaría a la realidad. Ideas que nunca fueron, ni serán.




sábado, 16 de mayo de 2020

Todos mis eneros.
Me mirabas a escondidas, lo supe. Tus ojos brillaban reflejados en el cristal que tenía delante. Estabas imaginando el olor de mi pelo, te delató un suspiro. Hay quien dice que existen olores que son hogar. ¿Es por eso que te encanta? Las yemas de mis dedos acariciaban las teclas de mi portátil. Mi mente pensaba en tu piel, lo confieso. Tus labios alertaban a mi sistema nervioso de que seguir de espaldas a ti no era ni siquiera una opción. Ese maldito cristal también te delató con eso, lo siento. 
Pudiste acercarte, pero no lo hiciste. Evadías el momento con cualquier cosa que pudiera captar tu atención. Dejando que la descarga de emoción que provocabas en mí no me dejara seguir escribiendo. Haciendo que en apenas un segundo las estanterías de aquella biblioteca pasaran de ser casa para libros, a ser confidentes. Nos verían besarnos como aquella primera tarde de enero, muchísimos eneros más. 


lunes, 13 de abril de 2020

Dame alas.
Abro los ojos y aspiro todo el aire que me permiten mis pulmones. El sol en el ocaso se refleja en mis gafas. Camino rápida por la fila de tablas hasta que mis pies caen en la arena. Siento en mis dedos la arena fina que los cubre. Es suave y está caliente, aunque no quema.
Sigo caminando hacia donde rompen las olas, como imantada por algo invisible. Ese sonido es de los que más me gustan en el mundo. El agua que rompe con el viento y cae en la arena formando la espuma blanca que te cosquillea en los pies.
Huele a sal, a aire fresco y me siento libre. El sol cada vez cruza más la línea del horizonte y cada vez crea colores más bonitos en el cielo. Si tuviera alas lo perseguiría tras ese horizonte, siguiendo el inmenso mar que tengo delante de mí ahora. Si tuviera alas podría volver cada vez que quisiera, cada vez que lo necesitara. Podría volar siempre y que nadie me encuentre.
El sol termina de esconderse y cierro los ojos, suena el despertador.
Otro día más en la jaula.


lunes, 7 de octubre de 2019

Silencio.
Quiero irme. Lejos de este caos, el ruido me persigue y yo solo estoy buscando el silencio. El ruido está en mi cabeza y el silencio demasiado lejos. No quiero oírlo, no quiero oírme. Necesito escapar como cuando sales de un sitio donde vuelve a sonar el mismo timbre una y otra vez, la misma estrofa de esa canción tan horrible y que todo el mundo adora. A veces el silencio lo despreciamos porque no sabemos estar con él, ni aprovecharlo, pero seguro que todos en muchos segundos de los que tiene el día desearíamos que el silencio viniera de visita a nuestra cabeza para borrar todo eso que la ocupa y que bien no nos hace. El silencio es salvavidas cuando todo lo que tienes a tu alrededor es ruido y caos, y ninguna melodía te queda cerca.

jueves, 22 de agosto de 2019

Quiero estar en los recuerdos. Quiero que no me olviden, que no me olvides tú, si me estás leyendo y me conoces. Que me tengas presente en algún recuerdo aunque pasen los años. Que sepas mi nombre aunque haga mucho que no lo pronuncias, y si no lo recuerdas, que trates de unir las letras en la punta de la lengua y lo pienses hasta que salga. Quiero pertenecer a un recuerdo de aquellas personas que pertenecen a los míos.Creo que quiero una utopía, como la mayoría de veces. Aunque yo sí recuerdo, no es tan difícil. Solo consiste en tener los momentos de tu vida presentes y atarlos a las personas que fueron parte de ellos. Yo no me olvido, porque es parte de mí, de alguna manera. Ya no estáis conmigo, pero en el recuerdo sí. Y tengo siempre esa sensación de olvido, de no ser recuerdo de casi nadie. No importa que sea un recuerdo negativo o positivo, al fin y al cabo, cada cual guarda dentro lo que quiere. Pero guárdame, en un pequeño rinconcito si quieres, prometo no ocupar mucho, pero no me gusta que me olviden. Quiero ser parte de algo, además de mí. Miedo al olvido le dicen...creo. 




martes, 30 de julio de 2019

Atardece.
La luz siempre ha sido signo de alegría, felicidad; la luz es vida y la ausencia de ella queda en lo negativo de prescindir de todo eso. La mayoría de personas veneran la luz, la necesitan para darse impulso, para vivir, para ser. Otros viven en la oscuridad, disfrutando de no ver y conocer sintiendo. Casi a ciegas, a excepción de alguna luna que aparezca de vez en cuando y les ilumine el camino. Luz. Incluso en la oscuridad está presente. Todos nos hemos sentido atraídos alguna vez por un destello de luz que ilumine tanta oscuridad.
Mi momento es cuando la luz quiere irse. Cuando no está y tampoco se ha ido. El punto intermedio, la fusión, el brillo de colores que suponen cada trozo de mí. Naranja, morado, azul, rosa, verde, amarillo. Atardece. Ni luz ni sombra. La nitidez en la línea del horizonte y la pérdida de detalles en lo que ya no se distingue debajo de ella. La ciudad oscurece. Intenta recuperar la luz con pequeños puntos brillantes, pero nada parecido al brillo que bañaba su perfil horas antes.
Una pasajera de un tren disfruta viendo como el sol deja a oscuras la ciudad y le trae la noche,le regala la inspiración en esa mezcla de colores que la tiene como hipnotizada. Entre esos colores se envuelve ella, la oscuridad ha llegado.


jueves, 6 de junio de 2019


Relato ganador del 
II Concurso de Relatos Cortos de Lora del Río

EL INFIERNO PROTEGIDO CON CERROJOS
El cerrojo me ha enseñado cada noche a encontrar una sensación lo más parecida a la protección que existe. Cuando queda echado todos se marchan. Me protege a mí y a las que son mis compañeras desde hace lo que parece ser mucho tiempo. Este cuarto es lo más nuestro que tenemos desde que cruzamos el hall de esta pensión gracias a aquella ficticia oferta de trabajo. Este cuarto es lo más nuestro o quizás lo que aparenta ser menos de ellos. Ni siquiera tengo claro a quien le pertenezco yo ahora. Ellos vienen, uno tras otro, sin mirarme a los ojos y se apoderan de mí, de lo que era antes de entrar aquí y de lo que pude ser alguna vez, aunque esos recuerdos ya casi no existen. Se han encargado de hacérmelos olvidar bien a base de palizas. Mi identidad ya no es la misma, ellos deciden cambiarme el nombre cada noche; mi gesto está muy lejos del que era y no solo por los golpes de los dueños del cerrojo, sino porque lo que hay dentro, lo que no se ve a simple vista, está herido y para eso no se ha inventado cura, jamás la habrá.
Cuando el cerrojo me protege casi al comienzo del día y mis compañeras intentan conciliar el sueño, a veces vienen a mi mente los muchos cerrojos que habrá aislando la libertad de miles de mujeres en todo el mundo. Me da miedo pensar en esa igualdad a la que temo, vista desde mis ojos. Que seamos iguales me produce tristeza, que miles de mujeres hacinadas en cuartos al fondo de cualquier burdel piensen en sus iguales, da miedo.
Un cerrojo puede significar para muchas personas la limitación de la libertad, para mí, mujer víctima del tráfico humano, es mi único trocito de libertad conmigo misma cuando el día comienza. La noche, mi identidad, mis recuerdos, mi cuerpo, mi capacidad de sentir y toda yo, se las han apropiado ellos. Los primeros rayitos del día tras el cerrojo son míos y es lo único que ellos han decidido no robarme, en un mundo no tan paralelo al que todo el mundo conoce y en el que los derechos humanos se han esfumado como estos minutos conmigo misma. Estar tras un cerrojo solo te brinda un poco de protección, aunque parezca irónico.
Abro los ojos al escuchar el cerrojo abrirse. Ellos lo cierran para que no huyamos y lo que no saben, es que con el cerrojo echado es nuestra única opción de huida. Él entra, los primeros clientes llegarán pronto, tenemos que arreglarnos. Un día más en este infierno gobernado por los peores demonios.

miércoles, 10 de octubre de 2018

A MI PROFESOR FAVORITO
Que me obliguen a leer opinión, me molesta. Me pone de mala leche, sí. Porque lo mismo eres tan pésimo hablando y dando una idea, que escribes artículos y no te lee ni tu familia por compromiso. Pero a mí, como alumna, me obligas a leerme tus textos en una práctica obligatoria camuflados. Eso me parece ruín, y desesperado. 
Seguiré pensando toda la vida, ahora que he llegado a la etapa más alta de mis estudios, que hay personas que no tienen ni idea de enseñar, algunas incluso no tienen ni idea de comunicarse. Y esos mismos que no son ni capaces de proyectar la voz en una clase para llegar a todos los alumnos, son los que a mí me enseñan comunicación. Los que me enseñan como dedicarme a informar el día de mañana. ¿De verdad? Que no por decir el primer día que das ocho horas seguidas de clase, te sirve la excusa de que no tienes voz, que por eso hablas así de bajito. Usa más bien la excusa de que sentado desde tu mesa, te haces grande, te sientes sobre nosotros y no con nosotros. Por eso no te escucha la clase, por eso no se te entiende absolutamente nada, porque creas barreras tú solito. Necesitas esa superioridad para creerte que vales para el cargo. Y ya te digo yo desde aquí, porque de forma más directa no me dejan (no aprobaría la carrera en la vida si fuera clara con cada profesor pésimo que me he cruzado), que no sirves para ser profesor. Ni de universidad, ni de ningún otro nivel. Tú me enseñas a mí porque has aprendido lo que sabes antes que yo, pero jamás digas un primer día de clase en un ejemplo absurdo: "Como por ejemplo estaríamos hablando de que yo estoy por encima de vosotros al tener el puesto superior siendo el profesor", porque hasta hoy tenemos miedo de levantar la mano y contestar lo que pensamos al oír eso, pero llegará el día en que el miedo se vaya. Que me suspenda si quiere, que a mí no va a menospreciarme nadie. Ahora mismo eso no puede ocurrir, pero algún día se dará, espero...

jueves, 7 de junio de 2018


Al lado de la puerta.
Ser tu misma a veces es muy difícil. A veces la vida nos limita demasiado. Personas, situaciones, hechos, experiencias… Vivimos delimitados por tantos factores cada día que perdemos la esencia. Bueno no, no la perdemos. La dejamos escondida, con miedo a que alguien pueda asustarse de ella. Con miedo a que te tilden de pesada, de borde, de empalagosa, de seca o de sentimental. Y cuando a veces esa base tuya que tienes se escapa sin darte cuenta con alguien y ves que no es recíproco o que la respuesta no te hace sentir muy adecuada en ese momento, te retraes. La vuelves a esconder en el rincón de tu mesita de noche. Ahí donde lleva guardada desde casi siempre, porque es solo de noche, cuando te imaginas como serían las cosas de ser como las deseas y las dejas salir un rato, pero en la soledad de tu cuarto. Nunca de cara al público, no vaya a ser… No vaya a ser que por ser yo me acusen de ser como soy. Valga la redundancia. No vaya a ser que me digan un adjetivo que no me guste y que yo misma haya catalogado como negativo, porque igual la persona que lo dice lo hace en ese tono. Y no, no debería. Soy así, si, ¿y qué? La puerta la tienes al lado. ¿No es eso lo que tantas y tantas personas me han repetido a mí siempre? Todo el mundo está rápido para definirse y ponerte cerca de la puerta si algo le rebates o no estás de acuerdo. ¿Por qué no tengo las agallas para hacerlo yo? Hay una mezcla en mí que se debate entre querer serlo y entre obligarme a no caer en ese error de echar a nadie de mi lado por no ver, sentir o pensar como yo. Y también piensas, ¿de qué te sirve una persona al lado que todo lo haga igual que tú? De nada, te respondes solita. Y tampoco nunca la he tenido, asumo. Siempre variando por sentimientos de más o de menos. Siempre porque me falta sentir a mí o porque no sientes tú. Siempre en disonancia y nunca en terreno fácil. Pues que continúe el duelo.

martes, 29 de mayo de 2018

Si, tú y yo.
Auriculares. Mirada al techo de la habitación. Le doy al play y ahí estás. Momentos contigo, miradas, caricias de respiración acelerada, una sonrisa que dice de más y ojos cerrados señal de que sientes, de que siento. Los cierro y ella suena de fondo.."reconocí su maestría en el amor".. Ella que nos da esa conexión tan especial. Nos describe en cada canción, cada frase en que te busco y me buscas. "Sus formas me hicieron ganar la confianza.." esas mismas formas que pueden conmigo y que a la vez me tienen loca. Loca de ti. Y me saca de quicio no poder entenderte a veces, me puede la frustración por variar mis formas a veces pero lo voy a intentar, no gano nada con ignorar lo evidente, que gano más contigo. Que te quiero ahí, enfadada o cariñosa, romántica o apática. Pero quédate ahí que voy a ir a por ti. Que te voy a traer de vuelta.

miércoles, 16 de mayo de 2018

SUERTE: Saber Utilizar Efectivamente los Recursos para Tener Éxito.
Me valoro poco. Muy poco, en ocasiones. Y voy de segura y de yo puedo con todo sola cuando así no es. Ni sola puedo ni mi seguridad y confianza en mí misma están por las nubes.
Hasta tres oportunidades se me han presentado en estos meses para poder dar un pasito más allá. Dar a conocer lo que cuento, lo que escribo, lo que sé expresar con solo un papel en blanco y un boli bic. Y de esas tres no he aprovechado ninguna. ¿La culpa? Mi hipócrita "yo" dirá que es la falta de tiempo, la inspiración que no llega o que tengo cosas más importantes a las que dedicarme ahora mismo. Mi verdadero "yo" sabe de sobra que es cobardía. Que no tengo los ovarios suficientes para emprender nada por mí misma, para coger impulso y saltar. Que si hay que saltar por cualquiera o por una causa ajena a mí, ahí estoy yo la primera cayendo al vacío si hace falta, pero si es por mí...entonces ya hablamos de otra cosa. 
Se repite en mi cabeza eso de "quiérete mucho", "mira primero por ti", "aprovecha todas las oportunidades que te llegan que luego igual ya no se repiten y además te jode ver como otros están consiguiendo eso misma de lo que tú también eres capaz". Y todo eso en bucle, sí. Pero ahí sigo, esperando. No sé a qué.
Tampoco me falta gente que me lo repite a menudo, pero soy así de cabezota. De cobarde. De vaga. Y tanto, que he venido aquí a gritarme todo esto en vez de ponerme a mover hilos.