¿Democracia, timocracia, oligarquía o tiranía?
Día 1 de
Octubre del año 2017. Tiene lugar la quinta proclamación unilateral de
independencia de la comunidad catalana. ¿El motivo? Según los catalanes a favor
de este movimiento, “mejorar el progreso, bienestar y la igualdad de
oportunidades de toda la ciudadanía; y reforzar la cultura propia y su
identidad colectiva”, como se puede leer en el preámbulo de la declaración de
soberanía del gobierno de Cataluña.
Además, los
independentistas se fundamentan en los antecedentes que tiene su parlamento
desde la Edad Media. Es en el siglo XVIII cuando la región es tomada por los
Borbones, debido a la guerra de Secesión española, y eliminándose así el
derecho público catalán, sus instituciones y la posibilidad de hablar en
catalán. A esto le seguirán las sucesivas dictaduras de Primo de Rivera y
Franco, y por tanto la imposibilidad de autogobierno en Cataluña.
En cuanto al
ámbito cultural, los independentistas defienden una total diferencia de
tradiciones, idioma y costumbres que no podrán ser preservadas a menos que la
región se autogobierne. Y en el ámbito económico, la gran crisis económica en
la que se ha visto envuelta España les ha afectado de manera notable. Acusan al
gobierno central de malas gestiones económicas y quieren la independencia para
poder llevar a cabo su propio sistema económico.
Todas estas son las principales razones por
las que el Govern anunció la puesta en marcha de un referéndum “regional” en el
que se permitiría votar Sí o No a ser un país independiente.
Si nos
trasladamos de nuevo al día 1 de Octubre con dicha proclamación unilateral de
independencia, es fácil vislumbrar un caos absoluto provocado por un Govern que
a toda costa quiere ser independiente, que proclama independencia para
establecer un Estado con mejores condiciones para sus ciudadanos. Pero es un
Govern que mandó a los ciudadanos a saltarse la ley. Un Govern que mandó crear
urnas opacas a diferencia de las comúnmente usadas trasparentes, sin nada que
esconder dentro de ellas. Un Govern que no defendió a todos esos ciudadanos que
estaban apoyando sus ideas. En definitiva, un Govern que gritaba independencia
pero cómodamente sentado desde sus grandes despachos y bonitas sillas. No bastó
más que ver como Puigdemont, el propio presidente de la Generalitat, huía a
votar a otro colegio donde no hubiera revueltas en lugar de quedarse a defender
a esas personas que apoyaban precisamente sus ideas independentistas.
¿Y vosotros
mismos afirmáis que os independizáis porque podréis hacer un gobierno mejor en
Cataluña y con más ventajas para los ciudadanos? Me temo que no se fundamentan
mucho vuestros actos en la idea de un buen estado de derecho. Porque desde
luego mira a dónde conduce la vía de la ilegalidad. Y las consecuencias no son
precisamente positivas, por mucho que nos queráis hacer ver que los resultados
han sido “muy positivos” hablando de votos. ¿Positivos? Has tenido todo el día
a “tus ciudadanos independientes” peleando en la calle por algo que ni siquiera
era legal. Y no dicho por Rajoy, sino establecido por una Constitución que en
su momento votaron todos, catalanes incluidos.
Muchos meses
pasaron el gobierno central y el gobierno de Cataluña, jugando al gato y al
ratón. Uno exigiendo independencia y el otro negándose en rotundo a darla.
Muchos meses en los que el diálogo no se tuvo en cuenta. Muchos meses en los
que el Govern se encargó fielmente de enardecer a las masas y a mi parecer,
haciéndoles creer que la división hace la fuerza, pero Puigdemont cambio el
refrán, ¿y de eso no se dieron cuenta?
El día 1 de
Octubre ha quedado marcado en cada uno de los españoles como un día de caos,
violencia e ilegalidad. Esto es lo que pasa por no dialogar como las personas
civilizadas que supuestamente somos. Esto es lo que pasa por ir por el camino
de lo ilegal. Esto es lo que pasa: violencia, sangre, desprestigio de las
fuerzas de seguridad, peticiones de dimisión al presidente del gobierno y una
imagen mundial de un país en el que solo parecen vivir bestias.
Ahora todos
los partidos políticos parecen saber soluciones. Todos los partidos políticos y
sus dirigentes hablan firmemente de lo que se debería hacer o se debería haber
hecho. Sánchez apelando al diálogo, Rivera pidiendo nuevas elecciones en
Cataluña y Pablo Iglesias tirando por tierra cualquier cosa que hayan dicho y
hecho todos los demás partidos.
Estos que
hoy tienen tantas soluciones son los mismos que hace unos meses no eran capaces
de dialogar entre ellos para hacerse cargo del país, que es su mínimo deber. Y
se terminaron poniendo de acuerdo, sí, o más bien, les obligamos a hacerlo. Esa
es otra causa de lo que ha pasado el día 1 en Cataluña. Porque, ¿Qué tipo de
gobierno tenemos finalmente? ¿Uno que critica la ilegalidad de unos pero acude
a la violencia para establecer el orden?
Los
políticos a favor de la independencia que tanto abogaban por hacer este
referéndum disfrazado de democracia, han dejado más que claro que no son
demócratas. Que no entienden o no les interesa entender en qué consiste la Constitución
y mucho menos un país democrático. ¿Hasta qué nivel podrán llegar los
beneficios de esos políticos para que cualquier tipo de voto sea proclamado
como válido? Porque eso de establecer un censo universal en cuanto se empiezan
a dar complicaciones solo parece una medida a la desesperada por conseguir sí o
sí lo que ellos quieren. No parece ser que se hayan parado a pensar en todos
esos catalanes que queriendo ser españoles tendrían que tragar con la
independencia aun sin quererla y todo porque tu vecino haya decidido hacer la gracia
e ir a votar hasta cuatro veces.
Que solemos
criticar mucho a los políticos, sí, porque en definitiva ellos llevan la voz
cantante. Pero cualquiera comprendiendo el sistema de voto que tenemos en
España debería ser lo suficientemente inteligente como para no dejarse
arrastrar por manipulaciones tan evidentes como el hecho de que estén
permitidas las irregularidades en los votos.
¿Cómo puedes
pensar que un gobernante, aunque sea meramente regional, que no está pensando
con beneficios iguales para todos los ciudadanos te da garantías a ti,
independentista, de que va a pensar en tu igualdad frente a otros el día de
mañana en tu querida y separada Cataluña?
Y finalmente
aquí estamos ahora, con una España aun más dividida, sea por opiniones, puntos
de vista o territorio. Dividida al fin y al cabo que es lo que los separatistas
querían, ¿no?